miércoles, 13 de enero de 2010

Edmundo Murrugarra Florián















EDUCACIÓN: PROBLEMAS QUE NECESITAN URGENTE SOLUCIÓN

La urgencia que vivimos no se reduce a la necesidad de que nuestra oferta a los mercados mundiales sea competitiva. Eso, de por sí, ya plantea la tarea de cambiar enérgica y radicalmente nuestra educación. Pero los pueblos del mundo vivimos una urgencia mayor, la de cambiar la forma de vivir la vida que la civilización occidental en su expansión planetaria convirtió en hegemónica.
Al lado de sus aportes liberadores como la universalidad de los derechos y la propuesta del amor o la amistad como la dimensión privilegiada de lo humano, también ha producido el pensamiento analítico que junto a la infinita reproducción y acumulación de bienes que posibilita también enajena a los seres humanos entre sí y con los demás seres del planeta. Por eso estamos ante el peligro de la desaparición de las actuales formas de vida. Vivimos, pues, una etapa de la historia humana en que está a la orden del día la tarea de construirnos nuevos horizontes civilizatorios, redefiniendo los aportes culturales de occidente dentro de paradigmas de vida que aportan antiguas civilizaciones que occidente subordinó, como las andino amazónicas y afroamericanas.
Nuestro sistema educativo ha jugado un papel central en la difusión y hegemonía planetaria de la civilización occidental. Se trata por eso que de instrumento contradictorio de dominación-liberación colonial, debemos convertirlo en componente de una nueva etapa de la liberación humana.. Veamos algunos problemas urgentes.
Cambiar el enfoque y la matriz coloniales
La educación no ve a nuestros pueblos como herederos de una alta cultura sino como ignorantes absolutos o como portadores de ideas y costumbres negativas que la colonización les denominaba idolatrías. Una expresión extrema es el contenido peyorativo de la palabra analfabeto que empleamos para referirnos a la población, sobre todo adulta femenina, que es la última reserva de las antiguas culturas. La mirada colonial ve sólo sus carencias, su llamada pobreza, y no su riqueza cultural.
La solución es una gran transformación cultural que valore y recupere, actualizándolas, las matrices culturales afro, andinas y amazónicas. El concepto educación intercultural aparece ya en la Ley General de Educación. La meta es hacerla realidad. Eso significará una larga lucha para transformar la educación, particularmente la superior, empezando por la formación de los maestros en facultades e institutos pedagógicos. La educación rural, la básica de adultos llamada técnico productiva y la alfabetización necesitan la más urgente y radical crítica a su marca colonizadora.
Recuperar la vida productiva como espacio pedagógico fundamental
El segundo problema es el divorcio de la educación respecto de las diferentes manifestaciones de la vida productiva. Trasplantado el sistema educativo europeo a nuestro medio, los vínculos que allá tuvo con el contexto productivo o no exitgieron o fueron muy débiles. Nuestra educación promueve básicamente una profesionalización para el fomento del consumo de bienes y servicios culturales de los países dominantes.
La solución es recuperar como espacio pedagógico y para todos los niveles de la educación las diversas facetas de la vida productiva de nuestros pueblos. Esto supone, por un lado, diferenciar el uso para fines de investigación teórica que puede ofrecer la organización en disciplinas o materias de las instituciones educativas del objetivo de formación de profesionales para la solución de los problemas de pueblos y seres humanos. Las disciplinas y sus institutos tienen que servir a la solución de esos problemas. Nuestras instituciones exhiben hoy una confusión de esos objetivos. Segundo, convertir las ahora llamadas prácticas en aspecto organizador y productor del aprendizaje en la formación profesional. Hoy son momentos curriculares marginales.
Poner la lectura de los libros sagrados al servicio de la lectura del libro de la vida
La comprensión de los libros que atesoran conocimientos y saberes acumulados por otros pueblos no puede ser el objetivo final. Quedarnos allí, lejos de ayuda para “ver” y explorar el mundo, pueden convertirse en vendas enceguecedoras, en dogmas. Deben servir para enriquecer la investigación. Pero hoy, la investigación no es el rasgo prominente de nuestra educación. Por eso la producción no incorpora conocimientos como componente central que elevar la calidad de lo que intercambiamos con el mundo.
Desde la inicial hasta la superior, la exploración del mundo, la “lectura” de su infinita complejidad y finalmente la investigación formal, tiene que ser tomada como actividad pedagógica eje para la formación de las personalidades y la producción de conocimiento. Hoy, en el empeño de formar una sociedad democrática y solidaria y de construirnos una base productiva que evite nuestra marginación mundial como país en la globalización capitalista, necesitamos experiencias reiteradas de nuestra capacidad para elaborar conclusiones propias y producir conocimientos que incorporemos a los procesos productivos.
Recuperar la dignidad de todas las dimensiones de lo humano
En la raíz de las carencias señaladas está la simplificada concepción de lo humano que reduce nuestro ser a dos partes sustancialmente diferentes, excluyentes y jerarquizadas: la mente y el cuerpo. La primera tiene la capacidad cognoscitiva y de juicio ético. A la segunda, por ser asiento del placer y el dolor, se la concibe como perturbadora tanto del conocer como de la convivencia humana. El diseño arquitectónico de las instituciones educativas y su mobiliario, los currículos que excluyen o minimizan artes y deportes y excluyen y reprimen sentimientos y erotismo, hasta la relación militarizada o conventualizada de profesor-estudiante muestran esa marca.
Toda dimensión humana es digna y tiene que ser desplegada y cultivada en todos los niveles del proceso educativo. Lo que la modernidad occidental separó en órdenes institucionales la gran transformación educativa tiene que reintegrarlos a su unidad enriquecida por el análisis. El cuerpo y sus sentidos, los sentimientos y los deseos, incluyendo los sueños, intuición e inconsciente, son también poderosos mecanismos de conocimiento que alimentan los procesos analíticos de la conceptualización lógica. De marginales tenemos que recuperarlos como centros gozosos, organizadores de los aprendizajes de las disciplinas instrumentales. Esta tarea es fundamental para los procesos de descolonización de nuestra subjetividad y conciencia, así como para la producción de otros bienes culturales que ofrecer a los pueblos de la tierra.
Del centralismo homogenizador a la autonomía responsable y descentralizada
Un quinto problema es el de la gestión. El centralismo que intentó construir una nación homogénea al avanzar en la extirpación de la diversidad cultural privó a los educadores de responsabilidad por los resultados de su labor profesional. Les quitó el indicador de su dignidad profesional. Presionado por los pueblos para ampliar la cobertura, el Estado abandonó la calidad de los aprendizajes durante el último medio siglo. Como respuesta al reclamo de las clases medias y altas por los aprendizajes promovió el crecimiento del sector privado. El resultado es una creciente y peligrosa segregación educativa cuyas consecuencias hacen inviable al país e insoportablemente violenta la vida en común.
Y la autonomía concedida a las universidades no significó su articulación a las necesidades de los planes y prioridades de investigación y de formación profesional para el desarrollo del país. La asimetría de los intercambios comerciales y la crisis y colapso de las instituciones de representación política son la consecuencia Agravó el panorama la difusión entre gremios de profesores y estudiantes de la concepción economicista que niega el papel de la educación en la promoción del cambio social, al convertirla en mera consecuencia dependiente de la vida económica. Por esta idea la creatividad docente y la producción de las instituciones educativas quedan paralizadas y supeditadas a los cambios económicos decididos desde la esfera política sin que supuestamente no tenga que ver la educación en su génesis.
La autonomía descentralizada de las instituciones de la educación básica y la superior tecnológica es la condición para el florecimiento de la diversidad cultural y para que, derrotado el determinismo económico, los docentes recuperen la dignidad profesional al asumir la parte de responsabilidad que les corresponde en los aprendizajes. Con esa responsabilidad asumida forjar las alianzas para exigir reconocimiento expresado en una remuneración profesional.
Y en el caso de la Universidad está planteada la lucha por redefinir su autonomía para ejercerla en el liderazgo de un ente que planifique y dirija la investigación y la formación de profesionales para un nuevo proyecto de nación en el ámbito civilizatorio andino amazónico que vienen definiendo los pueblos. Desde ese movimiento refundador de nuestra vida en común construir los actores docentes y estudiantiles que produzcan las modificaciones al gobierno de la universidad que permitan la elección directa de los equipos de gobierno, destierren el asambleismo corporativo y la compra de conciencias estudiantiles.